Conocida por sus esfuerzos por la igualdad de género en el país,
Noorjahan Akbar es la fundadora de Free Women Writers, que trabaja para mejorar
la vida de las afganas mediante la promoción de sus historias. Ahora, ante el
régimen talibán, la organización busca “brindar a las mujeres una plataforma
para que digan lo que piensan sin miedo, y para que el mundo sepa lo que
enfrentan las mujeres en Afganistán a diario”, dice la activista a The Clinic.
Cuando veas cosas horribles, imagínalas ordenadas,
comer veneno, pero saborear el azúcar dulce.
Rabia Balkhi
El ímpetu de escribir es algo que las afganas llevan en la sangre. Y la
valentía también. Hace casi 11 siglos, la poetisa Rabia Balkhi -probablemente
la primera mujer en la historia de la poesía neopersa- fue asesinada a manos de
su hermano, un rey, por haberse enamorado de un esclavo turco y atreverse a
escribir en una cultura dominada por los hombres.
Rabia es una de las figuras femeninas más veneradas del país. Los
afganos le dan su nombre a sus hijas e instituciones, construyen monumentos en
su honor y hasta hoy, en muchas familias, diferentes versiones de su historia
son narradas. En una de ellas, se enfatiza que la poetisa decidió escribir sus
últimos versos con su propia sangre antes de morirse. La resistencia a través de las palabras.
Hoy, más de 1.000 años después del fallecimiento de Rabia, las mujeres
afganas también alzan su voz a través de la escritura. En particular, a través
de la organización sin fines de lucro Free Women Writers (Escritoras Libres).
“A menudo se habla de las mujeres de Afganistán, pero rara vez se las
escucha. Esperamos desafiar la representación unidimensional de Afganistán y
los afganos a nivel mundial elevando las auténticas voces afganas”, dice el
manifiesto de la organización, que nació en 2013 al publicar una serie de
escritos de mujeres en farsi titulado justamente ‘Dukhtarane Rabia’ (Hijas de Rabia).
“Lo distribuimos por todo Afganistán y cuando quedamos sin copias
impresas creé una página de Facebook para poder compartir los escritos en línea
también. Esto llevó a muchas otras mujeres a enviar sus poemas, ensayos e
historias y hoy, tenemos a más de 150 mujeres escribiendo para ‘Dukhtarane
Rabia’, como se nos conoce en Afganistán”, cuenta la activista afgana Noorjahan
Akbar.
En septiembre de 2017, el colectivo publicó su segundo libro, “You are not alone” (No estás sola), una guía
para mujeres que sufren violencia de género que brinda consejos prácticos para
buscar ayuda legal, formar redes de apoyo y proteger su salud mental. Así como
su primera obra, esta está disponible de forma gratuita como recurso para todas
las mujeres y poner fin a la violencia patriarcal.
A menudo se habla de las mujeres de Afganistán, pero rara vez se las
escucha.
Además de contar historias, Free Women Writers organiza eventos y se
asocia con diferentes ONGs para “levantar la voz de las mujeres afganas dentro
del país y en la diáspora”, dice Noorjahan Akbar.
Es algo que sin duda esta “hija de Rabia” ha hecho. Socióloga con
magíster en Periodismo, la activista ha sido reconocida por sus esfuerzos por
la igualdad de género en el país y a nivel internacional. Fue la mujer
universitaria del año de la revista Glamour en 2013 y apareció en
las listas “Women Changing the World” de Forbes, “League of Extraordinary
Women” de Fast Company y “Women Who Shake
the World” de The Daily Beast.
Para ella, “hay un inmenso poder al contar tu historia. Puede ser
terapéutico y sanador para quien escribe. Puede crear empatía, consciencia y
solidaridad y llevar a la acción por parte del lector”. Ahora, frente a un país
que ha vuelto a ser dominado por los talibanes, su principal objetivo es
“brindar a las mujeres una plataforma para que digan lo que piensan sin miedo,
y para que el mundo sepa lo que enfrentan las mujeres en Afganistán a diario”.
***“Los talibanes avanzan sin tregua en la destrucción de todo lo
conseguido en Afganistán en materia de derechos humanos en los últimos veinte
años”, declararon
recientemente Amnistía Internacional, la Federación
Internacional de los Derechos Humanos (FIDH) y la Organización Mundial contra
la Tortura (OMCT).
Como consecuencia del clima de terror provocado por la toma de poder de
los talibanes, muchas mujeres afganas ahora usan burka, se abstienen de salir
de casa si no son acompañadas de un hombre o de otras actividades. Además,
muchas temen que no volverán a hallar sus empleos, en un país donde 80% de la
economía es informal con un papel preponderante de las mujeres. “Sin ellas, no
hay posibilidad de que la economía y la sociedad afganas se recuperen”, advirtió esta semana el Secretario General
de la ONU, António Guterres.
Hay un inmenso poder al contar tu historia. Puede ser terapéutico y
sanador para quien escribe. Puede crear empatía, consciencia y solidaridad y
llevar a la acción por parte del lector.
Por situaciones como esa, desde que los talibanes volvieron al poder
Free Women Writers también ha recaudado más de US$36.000 y distribuido el
dinero entre mujeres activistas, periodistas, escritoras, abogadas, maestras,
entre otras, en colaboración con la organización Femena. “Las mujeres han
utilizado estos fondos para necesidades diarias como comida y arriendo, ya que
los talibanes prácticamente les han prohibido regresar a sus trabajos o huir del
país”, detalla Noorjahan Akbar.
A pesar de que admite que el reconocimiento de los derechos humanos y,
en particular, el de las mujeres en el país ha sido “lento y trabajoso”, la
activista sostiene que ha habido muchos cambios en Afganistán: “Antes de que
los talibanes se apoderaran del país, millones de niñas iban a la escuela, las
mujeres trabajaban en todos los campos imaginables (como jueces, pilotos,
diputadas u oficiales de la policía) y la actitud de la gente hacia la
participación social y política de la mujer había mejorado drásticamente en
comparación con los años 2000. Por eso continuaremos alzando la voz y
presionando por el cambio: porque sabemos que, sin la libertad de las mujeres,
Afganistán nunca será libre”.
La organización también está obteniendo fondos para ayudar el periódico Elilaat
Roz, cuyos
periodistas fueron detenidos y torturados por los talibanes por cubrir una
protesta de mujeres en septiembre. Hace casi un mes, el régimen talibán anunció
“las once reglas del periodismo” en el país, las cuales, según Reporteros Sin
Fronteras, “son peligrosas y pueden ser utilizadas para perseguir a los
profesionales de la prensa”.
Noorjahan Akbar dice que está trabajando desde fuera de Afganistán, y
que hasta ahora ninguna de sus escritoras ha informado represalias, pero que
esto probablemente se debe “a que la mayoría de ellas escriben sin sus nombres
reales”. De acuerdo con organizaciones de DD.HH., la libertad de expresión fue
uno de los principales logros en los últimos 20 años en el país, un periodo de
florecimiento, antes impensable, que permitió, entre otras cosas, el
surgimiento de medios de comunicación.
***En un poderoso discurso durante una protesta pacífica en Washington D.C.
en la que los manifestantes llamaron a “salvar a las mujeres afganas”,
Noorjahan Akbar fue clara: “por favor no vengan desde una postura de
salvadores”. “Vengan a ayudarnos porque así están ayudando a ustedes mismos.
Ven a salvarnos porque te estás salvando a ti mismo. No porque sean
salvadores”, sostuvo.
Para ella, hay dos razones principales por las que todo el mundo debería
preocuparse por lo que está sucediendo hoy en Afganistán y actuar. La primera
de ellas es que los talibanes “son una organización terrorista con una
ideología extremista. Ellos armarán y apoyarán el terrorismo en la región y en
todo el mundo. El mundo entero debería estar preocupado por lo que podría significar
para ellos empoderar y legitimar a un grupo terrorista como gobierno”.
La segunda, “las libertades de las mujeres y los derechos humanos en
todo el mundo están interconectados. Las mismas razones odiosas y patriarcales
para restringir a las mujeres en Afganistán pueden y se han utilizado para
restringir los derechos de las mujeres en todo el mundo”. “Los fanáticos
religiosos que están en contra del derecho al aborto y el control de la mujer
sobre su cuerpo usan los mismos argumentos que usan los talibanes, incluso si
afirman hacerlo bajo la bandera de diferentes religiones. Quienes culpan a las
mujeres de violaciones y agresiones sexuales utilizan los mismos argumentos en
Afganistán que en Estados Unidos”, añade.
Por eso, la activista sostiene que “debemos luchar contra el patriarcado
donde sea que esté”. “Debemos crear solidaridad para coordinar nuestros
esfuerzos y aprender unos de otros y ayudarnos unos a otros hasta que las
mujeres en todas partes sean libres. Y eso también liberará a los hombres: de
la masculinidad tóxica, de las expectativas poco realistas sobre cómo deberían
verse y actuar los hombres, de los roles de género restrictivos. Se ha dicho
antes, pero ninguno de nosotros es libre hasta que todos seamos libres”.
Hasta ahora, los portavoces de los talibanes han enviado señales
contradictorias, manteniendo la ambigüedad sobre el acceso de las mujeres a la
educación o al trabajo. Al respecto, Noorjahan Akbar detalla que solo las niñas
de las escuelas primarias han regresado a la escuela “e incluso ahí las
familias están preocupadas por su seguridad”. “Y, dado que las maestras están
restringidas en sus trabajos debido a la seguridad y a las muchas barreras por
parte de los talibanes, el futuro de la educación de las niñas más jóvenes también
es cuestionable. Lo que vemos en los medios de comunicación es una imagen
esterilizada y desinfectada de los talibanes. Sobre el terreno, son
considerablemente más estrictos y brutales”, advierte.
Las mismas razones odiosas y patriarcales para restringir a las mujeres
en Afganistán pueden y se han utilizado para restringir los derechos de las
mujeres en todo el mundo.
-Usted ha dicho que para que las mujeres afganas se empoderen, el cambio
debe venir de ellas mismas. ¿Es esto posible en la situación actual?
-Definitivamente es posible. Veo mujeres valientes marchando por las
calles todas las semanas. Las veo escribiendo, hablando en defensa de sus
derechos. Las veo luchando por sus derechos dentro de sus propias familias,
cambiando las mentes de los hombres de sus familias, reclutando hombres en la
lucha por la igualdad. Este es el cambio. Puede que no lo veas pasar de la
noche a la mañana, pero es inevitable porque todo ser humano tiene una
necesidad innata de ser libre.
Las mujeres, los niños y las niñas representaron
casi la mitad de todas las víctimas civiles en la primera mitad de 2021 en el
conflicto de Afganistán. Crédito: UNAMA.
-¿Se siente esperanzada por el trabajo que Free Women Writers está
haciendo?
-No tengo más remedio que tener esperanzas. Sin esperanza, me rendiría y
renunciaría a un rincón. Con las atrocidades que enfrentan mis hermanas en
Afganistán y en todo el mundo, no tengo más remedio que mantener la esperanza y
la lucha.
Una lucha sin más armas que las palabras. Como la batalla brindada hasta
el final por Rabia Balkhi. Como la del siguiente poema escrito por
Sahar Wakilzada y publicado en Free Women Writers:
Me dijiste que me cubriera.
Me dijiste que no me maquillara.
Me dijiste que no saliera sin un hombre.
Me dijiste que nunca dijera que no.
Me dijiste que no fuera a la escuela.
Me dijiste que me casara joven.
Me dijiste que diera a luz. Me dijiste que me quedara en casa.
Me dices que tolere la violencia
Que acepte ser menospreciada.
Me cortaste las alas
Y me llamaste zaeefa (débil).
Rechazo, resisto, reescribo.
Rechazo tu definición de mí
Y hago un ruido más fuerte que tus bombas y disparos.
Me resisto a tus reglas hechas por el hombre
Y resucito de las cenizas y nazco de nuevo.
Reescribo la historia para romper el ciclo de tu violencia.
Libre de tu opresión, floreceré.
Puedes apoyar a Free Women Writers realizando donaciones a su trabajo (freewomenwriters.org/donate), a su campaña para mujeres
que huyen de los talibanes (www.gofundme.com/f/support-afghan-women-activist-fleeing-taliban) y/o a su campaña por la
libertad de prensa en el país (chuffed.org/project/support-free-press-in-afghanistan). Noorjahan Akbar comenta
que, “si no puedes donar, comparte nuestras compañas con su comunidad. También
pueden ayudarnos simplemente compartiendo nuestros escritos con el mundo,
asegurándose de que las mujeres de Afganistán no sean olvidadas”.
Por Amanda Marton
Fuente: The Clinic
(Tomado de: La Ciudad de las Diosas.)